De no más de veinticinco años, Nada recorre su habitación de un lado a otro; se ha cerciorado de cerrar la puerta tras de sí. De cuando en cuando se huele la punta de los dedos con un insoportable gesto de nerviosismo; da unas cuantas zancadas más, y vuelve a olerse las yemas de los dedos.
Su gesto angustia, y el ceño fruncido hace de su rostro el vivo retrato de su padre, y Nada lo sabe; su madre le ha dicho una y otra vez que es la viva imagen del muerto. Nada se esfuerza por recordar el momento preciso en que se apropió de tales expresiones. Se remonta a las primeras memorias infantiles que tiene de aquel hombre, permanentemente camuflado por la sección del periódico que leía una y otra vez. El ceño aparecía por encima de las hojas cada vez que Nada hacía cualquier ruido que le distrajese de su minuciosa lectura. Nada nunca se atrevió a preguntarle por qué leía con tanta atencion las finanzas si su profesión era la medicina.
Sí, el ceño y la boca de expresión severa le contagiaban impaciencia. Ahora no había pasado más de una semana desde el cepelio. Un infarto, le parecía haber escuchado decir al médico.
Nada vuelve a olisquearse nerviosamente los dedos y se preguntó qué tan parecido era realmente a su padre, cuyos orígenes se remontaban a la región del Bajío; había conocido a la madre de Nada al venir a ejercer a la ciudad.
Nada intentó visualizar su primer encuentro; cómo su madre, menuda y de corta estatura, se había topado por primera vez con el que sería su marido. En algún hospital, tal vez; ella había sido enfermera, ahora su marido la había convertido en una devota viuda que no sabía qué hacer con su torpe libertad.
Nada intentó imaginar qué podría haber notado su madre como primer rasgo característico en ese hombre, ¿el inconfundible olor a yodo; a enfermo?, ¿ o el constante hedor a sala de urgencias?
Nada se llevó la mano de nuevo a la nariz, y deseó desesperadamente poder percibir la fragancia de su madre; no, el hedor seguía ahí.
Al evocar el aroma de la madre no pudo evitar convertirlo en una constante a través de su vida.
Inevitablemente se vio aquejado por los recuerdos de la infancia una vez más; la ecencia de su madre, quien lo dejaba pasando las horas en el jardín.
Nada sigue dando apresuradas zancadas; teme hacer un surco en la alfombra.
Una vez más, se huele las yemas de los dedos siente que todavía despiden la fetidez del cadáver del padre.
martes, 26 de junio de 2007
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6 comentarios:
Hola Aline, soy Ilse.
Bueno, esto me parece mas bien una historia corta, no tanto una biografía, sin embargo se me hace muy interesante tu propuesta.
Nada? Es el nombre? Me gustaría sber un poquito mas del pasado, o incluso como luce; me da mucha curiosidad. Además, que significa SchwlfelSäure? Me agrada mucho tu estilo, un poco obscuro, si me permites decirlo. Felicidades!
No pierdas esa idea sobre esa pequeña manía que tiene Nada sobre olerse las manos, describe mucho acerca de él.
Ils-Drgnfly
jajaja, usas un muy buen lenguaje ..... jajaja esta padre la historia!
Hola, soy Daniel.
Me parece un poco obscuro, pero me gusta mucho tu estilo. Me gustó el aire de impaciencia-desesperación-manía algo así del personaje. Me parece un nombre muy original, en especial por que mencionas que es hombre, no?
Sigue usando los diferentes sentidos para guiar la historia, me parece muy llamativo.
Me parece muy bueno el texto se, identifican con personajes de la vida cotidiana. god.vibra
Me gusta tu personja, sales de lo normal y común, pero me gustaria mas saber como luce, y no eosty segura si es hombre o mujer, ademas de que nose tal vez saber mas de su pasada y su manía de los dedos. me gusta tu tipo de escritura.
Aline, hola. Aquí Alberto.
Me pregunto por qué nada lleva el nombre que lleva. Hay tres posibilidades: que sea una imposición de su creadora más allá de cualquier consideración dentro del mundo de su historia, que se lo hayan puesto (también por razones que no alcanzo a ver) o que él mismo (¿o es ella?, creo que no) lo haya adoptado. De las tres, creo que la primera es la que menos interesante me parecería porque no necesita ninguna justificación. En cambio, explicar cómo se llega a que alguien se llame nada de modo plausible podría dar para una muy buena historia (o una porción de ella).
Un saludo.
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