No había sido más que un desliz que le hacía aún más a jeno a los rostros que, grotescos, se extinguían a su alrededor.
De entre un marasmo de rostros, era una pálida máscara lo que evocaba recuerdos de la infancia; la hija perdida, la esposa muerta.
La deshumanización del ser humano; ironía anatómica que congestiona loas intestinos de la ciudad.
La chica parece realmente perdida. De entre todos los rostros muertos que le rodean, es el que refleja la muerte, el que más vivo parece.
Qué pesar podría embargarle. El hombre no deseaba que aquel único rostro tan familiar volvise a desvanecerse entre la tormenta de gestos a su alrededor; se asiría a éste aunque le costase la última impresión. Se asiría al único velo que no cubría su enfermedad. Si tan sólo pudiese saber que es real.
Al acercarse a la muchacha de rostro efímero, asfixiado entre la multitud, logra rozarle el cabello y asirla del brazo. ¿Por qué podría estar su rostro tan muerto?
Es el convencimiento definitivo de una indiferencia inmutable lo que lleva al hombre a convencerse. Ahora sabe que el dolor no distingue; hace presa de cualquiera. Sabe que es lo último de lo que necesita convencerse para finalmente permitir a su rostro emular las muecas de cuantos le rodean. Ahora sabe.
No pretende abandonarse a la indiferencia, no a aquella que acuña tan tristes almas.
Sin embargo, es la incertidumbre de la muerte lo que le obliga a asirse a un brazo que se le niega.
Al escuchar aquel sonido desgarrador procedente de tan menuda garganta supo convencerse; no hay ya cómo recuperar la fe en lo perdido.
Jamás la oscuridad se le antojó como algo tan preciado.
El último rumor del alma lo abandonó quejumbroso; al ritmo de los huesos, triturados por las fauces del destino.
Al fin podría descansar.
lunes, 25 de junio de 2007
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1 comentario:
Aline, hola. Aquí Alberto, del curso de blogs.
Hay ciertos momentos en los que el texto se vuelve demasiado espeso para su propio bien, creo. La voz que narra de pronto deja de contar y juzga lo que ve, y esos juicios pueden oscurecer lo que están "filtrando", por así decirlo. La desesperación que se adivina tiene precedentes que tal vez te serviría repasar: recuerda las palabras del rey Lear expulsado de todas partes y en el descampado, por ejemplo.
Te dejo el enlace a un blog que creé y en el que pondré más comentarios y referencias.
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